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Un riguroso estudio médico demostró que tomarsuplementos de omega-3 mejora la presión arterial

Hasta ahora la ciencia tenía amplios indicios de que consumir ácidos grasos Omega-3 es bueno para la salud cardiovascular. Pero no había estudios concretos, hechos con pacientes reales, donde se constatara el aporte a la buena salud que logra este suplemento. Especialmente ante ciertas patologías muy extendidas, como la hipertensión arterial.

Buscando sumar evidencias concretas, un grupo de médicos argentinos acaba de realizar un completo estudio científico que involucró a 139 pacientes. Y comprobaron que aquellos que recibían -en forma diaria- pastillas de dos gramos de ácidos Omega-3, al cabo de tres meses evidenciaban mejoras significativas en su tensión arterial.

También encontraron otros avances promisorios: los pacientes que habían recibido estas dosis de Omega-3 mejoraron varios parámetros directamente relacionados con la enfermedad cardiovascular, como la rigidez arterial, elemento al que —tras la ingesta— le encontraron “un rejuvenecimiento” cercano al 10%.

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Los resultados del estudio, que recibió el nombre de OMECARDIO, ya fueron presentados por los investigadores en congresos científicos realizados en Europa y en Argentina. Y están a la espera de la publicación del “paper” en una reconocida revista médica internacional.

Como parte de la investigación, realizaron varios análisis que confirmaron el abanico de mejoras en la salud que aportan los Omega-3, especialmente por su colaboración en la reducción de los procesos de estrés oxidativo. Este es el daño que producen los compuestos conocidos como “radicales libres” sobre tejidos y células.

Por ejemplo, antes y después de las 12 semanas en que tomaron este suplemento, a todos los participantes les midieron el grado de “inflamación” de diversos órganos. Y en los receptores del compuesto, comprobaron reducciones importantes en las concentraciones de tres biomarcadores que se relacionan en forma directa con la presencia de fenómenos inflamatorios, asociados a su vez con la presencia de diversas patologías.

“Los epidemiólogos calculan que alrededor de uno de cada diez residentes de la Argentina tiene tensión arterial elevada (HTA). Y en personas mayores de 18 años la cantidad de pacientes con “HTA” ronda el 36 %”, le contó a PERFIL el doctor Silvio Schraier, vicedirector de la carrera de Especialización en Nutrición de la Fundación Barceló.

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Además, según este experto, si tomamos al azar a 100 personas con hipertensión, al menos la mitad no tiene ni idea de que padece esa condición. Y si seguimos de cerca la salud de quienes sí tienen este diagnóstico, solo el 50% cumple con algún tratamiento. Pero no lo hace en forma correcta, ya que apenas dos de cada diez (20 %) de los hipertensos logran tener controlada esta enfermedad de forma efectiva, tomando la medicación adecuada, haciendo ejercicio físico y respetando una dieta saludable”.

Por esta razón es lógico que la medicina busque opciones más efectivas para sumar al tratamiento de la presión alta. “Buscando mejorar el control de esta enfermedad, quisimos hacer pruebas reales, con pacientes hipertensos que ya se atendían y que tomaban medicación”, le explicó a PERFIL el cardiólogo Sebastián Obregón, jefe del Centro de Hipertensión Arterial que funciona en el Hospital Universitario Austral.

¿Qué probar? “Teníamos muchos indicios, pero pocas evidencias, de que los ácidos Omega-3 pueden hacer un aporte saludable. Y por eso diseñamos y presentamos ante ANMAT un estudio concreto”, le dijo a PERFIL la doctora Carol Kotliar, directora del Centro Médico Santa María de la Salud y especialista en hipertensión. Según Kotliar, el OMECARDIO se hizo para ver los resultados de una formulación de omega-3 de alta pureza que recibieron 130 pacientes adultos, todos con diagnóstico de hipertensión y dislipemia. Y esta investigación se hizo en un ensayo del tipo randomizado, doble ciego y controlado con placebo.

Con entusiasmo desbordante, Kotliar detalló: “Durante tres meses, todos los participantes fueron asignados —de forma aleatoria— a dos grupos: uno recibió dos cápsulas de placebo y el otro tomaba el producto activo, en dos cápsulas farmacéuticas que contenían 1 gramo de ácidos grasos omega 3 cada una, EPA y DHA de alta pureza. Esto, además de su tratamiento habitual. Y antes y después les repetimos diferentes análisis para evaluar los posibles cambios”.

Resultados positivos

Los resultados fueron alentadores: Según Kotliar la presión arterial sistólica diurna, medida con una presurometría de 24 horas, se redujo en 6.9 mm Hg (milímetros de mercurio). Esto es alrededor de un 6%. “Es un valor alto en la práctica porque se sabe que se asociaría con una reducción importante del riesgo cardiovascular, si se mantiene en el largo plazo”.

También comprobaron otras reducciones muy significativas de varias mediciones de valores de inflamación y una baja en la rigidez arterial, ligada con la arterioesclerosis.

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Por otra parte, según los expertos, el tratamiento con Omega-3 “fue bien tolerado por los participantes y no se reportaron efectos adversos significativos, lo que nos refuerza que es un esquema terapéutico seguro”.

La conclusión parece obvia, indicó Kotliar. Si bien van a intentar extender el experimento para ver qué ocurre tras un año de suministrar este complemento, “los hallazgos que tenemos hasta ahora sugieren que la incorporación de dosis adecuadas de Omega-3 a la medicación habitual para la hipertensión y la dislipemia, podría ser una estrategia efectiva. Y colaboraría en la reducción del riesgo cardiovascular, lo que contribuye a mejorar la calidad de vida de los pacientes”.

¿Complemento o dieta?

Para completar este ensayo original, los médicos querían probar los efectos de aportar dos gramos de ácidos grasos omega-3 a la ingesta diaria. ¿Por qué sumarlo en forma de complemento y no como parte de la dieta? La razón, explican, es que seguir una dieta que aporte semejante cantidad de este tipo de grasa poliinsaturada no solo sería complejo, sino también muy caro. Por ejemplo, requeriría el equivalente a consumir aproximadamente 150 gramos de salmón salvaje cada día.

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¿Y la posibilidad de recurrir a las fuentes de origen vegetal, como las semillas de chía o las nueces? Según los investigadores, esas familias de alimentos algo aportan, pero poco: es que nuestro metabolismo solo convierte alrededor del 10% de ese nutriente en los omega-3 de cadena larga, que son los necesarios para obtener beneficios saludables. O sea, comer nueces, semillas y pescado en formas y cantidades diarias se vuelve algo inalcanzable económicamente para la enorme mayoría social y poco práctico desde el menú cotidiano.

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