El gobernador Axel Kicillof está aprovechando su reciente victoria para continuar la campaña del peronismo, todavía sorprendido por haberse quedado con gran parte del voto castigo a las políticas del gobierno. Pero lejos de convocar a expresar ese malestar o que sus amigos de la CGT convoquen a medidas, tomó la entrevista con Clarín para mostrar una actitud “dialoguista” y de intentar “cambiar al gobierno”, mientras busca tranquilizar al círculo rojo.
Sus principales definiciones.
1. “El Gobierno tiene que cambiar y Milei mismo lo puede hacer”
Clarín no eligió casualmente esa frase como título de la nota. Una idea de “cambiar al gobierno”, que en el diario del lunes empalma con los dichos del jefe de gabinete Francos.
La línea conciliadora, de esperar un cambio, se choca con otras definiciones del mismo gobernador, que son más evidentes: “en la elección de octubre está buscando que le convaliden gobernar por decreto y con veto”, “quiere fundir a los estados provinciales”, “están haciendo un ajuste convencional”.
De hecho Kicillof remarca la frase de Milei, “tenemos que hacer una autocrítica”, pero olvida lo que dijo un minuto después: “vamos a acelerar el rumbo”.
La idea de que “hay que esperar” que Milei cambie, a pesar de que cada día confirma lo contrario, busca tranquilizar a Clarín y el poder “real”, pero desarma cualquier idea de empujar alguna resistencia a cada nuevo agravio. Empalma con el “no hay clima para un paro” de los dirigentes de la CGT que estuvieron en el bunker de Fuerza Patria.
Todo lo contrario a lo que plantea la izquierda: es un gobierno herido que sigue pegando, es momento de derrotarlo en las calles.
Otra de las frases que se convirtió en titular, porque era el objetivo, es la postura sobre el FMI.
Kicillof reconoce, lógicamente, que el acuerdo de Macri y luego el de Milei fueron una estafa y sirvieron para fugar capitales. Pero quiere ir a hacer una “negociación madura” con los estafadores. En cambio, le parece que “romper con el FMI o simplificar que vamos a ir de prepo a EE.UU. a conseguir no se qué cosa me parece infantil”. Un mensaje claro: ni rompemos ni vamos de apurar a nadie, solo negociar “cómo seguir adelante”. Georgieva ya lo dejó claro el lunes pos derrota: bancar al gobierno y su plan, hasta que duela.
El gobernador tuvo que enfrentar una pregunta incómoda: “Alberto Fernández también tomó ese crédito…”. Alberto hizo la primera renegociación de ese crédito (…) y bueno, creo que hay que tener una discusión madura con el Fondo Monetario”.
3. “En Provincia el Estado está presente”
En la entrevista Axel reconoce que lo sorprendió la victoria, creían que podían perder por un punto. Pero con el diario del lunes asegura que “se valora la gestión, la educación pública, la salud pública, las rutas, los caminos rurales, los centros universitarios”.
Lo cierto es que la “sensación” de derrota que llegó a tener el gobernador posiblemente tuviera que ver con que la votación no fue un “cheque en blanco” para su gestión, sino un voto castigo.
Pero la realidad es otra. En los casi seis años de gestión del gobernador Kicillof, la pérdida salarial fue de más de 25 puntos. Es un modelo de provincia basado en trabajadores y trabajadoras pobres, cuyos ingresos no cubren el costo de vida. Y donde la docencia utilizar su derecho de huelga para reclamar mejoras, sufre descuentos, algo que hasta la justicia ya declaró ilegal. La salud pública está colapsada con un personal cada vez más precarizado, incluso becarios cobrando poco más de 550 mil pesos. Kicillof se jacta de inaugurar jardines pero corre lejísimo de las necesidades de infraestructura escolar y sanitaria. Ni hablar del problema de la viviencia, que se agudiza. Pero de un gobernador que todavía defiende el desalojo violento de Guernica no se puede esperar “autocrítica”.
4. “Ante la derecha, somos un escudo y una red”
Kicillof retomó su lema de campaña. “En la última elección dijimos la derecha o los derechos. Eso ganó y nos dejó un mandato. Ahora se agrega un gobierno que tiene que ser escudo y red”.
Ya vimos que por la “red” del gobierno del PJ se le cae gran parte del pueblo trabajador. Pero además el promocionado escudo ha sido un slogan. El propio gobernador da una pista, cuando dice que “tenemos un conflicto muy grande en el norte de la provincia Buenos Aires en el corredor de la ruta 9” y se refiere a lo sucedido en Ternium. Pero justamente ese caso es un ejemplo de lo que estamos diciendo. Tres mil tercerizados se rebelaron contra sueldos de 350 mil pesos la quincena. La UOM, que es parte de la CGT kicillofista, traicionó la lucha. El Ministerio de Trabajo no solo permite el fraude laboral de las tercerizadas sino que permitió que la empresa no deje ingresar a los trabajadores (que no estaban despedidos aún) y luego permitió su despido antisindical.
Es lo que contamos en los casos de Secco, Georgalos, Molinos y muchas otras empresas que hacen lo que quieren.
5. “No cumplimos las expectativas”
Dejamos para el final una confesión a medias.
Kicillof reconoce su participación en el gobierno del Frente de Todos. “Yo me hago responsable”. Pero a título seguido dice que el problema es que “la experiencia de Alberto Fernández no logró satisfacer las expectativas”.
Una visión un poco embellecedora de un gobierno que aplicó un ajuste y le terminó de abrir las puertas a la derecha. Que en campaña generó expectativas pero al asumir buscó primero “rebajarlas” con el relato de la herencia recibida y la relación de fuerzas, para terminar aplicando lo que criticaba y dejando un 42% de pobreza.
Esa experiencia del gobierno de “Alberto, Sergio y Cristina” es la que hicieron millones de trabajadores y trabajadoras. En el caso de Kicillof, mucho antes de encarar su campaña ya busca bajar las expectativas y endulzar al círculo rojo con su discurso de “centro”.
La izquierda, que enfrenta a la derecha pero también denuncia el ajuste de los gobernadores, es la única que tiene una salida para terminar con el régimen del FMI y gobernar al servicio de las grandes mayorías.