Las publicidades son minúsculas islas de lysoform entre los programas de todo tipo (ni hablar de las mamushkas de caca de perro que hasta hace unos días se veían en lo de Guido Kaczka). Refugiarse en el paréntesis de la tanda es un buen respiro para la burocracia de una grilla calcada y de inspiración cada vez más intermitente. ¿Cuánto se puede aguantar entre la seguidilla de realities y la pertinaz artillería ligera de preguntas y respuestas?
El olor a humanidad puede llegar en envase de galán extraviado. Caras conocidas que sorprenden a la hora de la cena y el prime time, con avisos mechados en el fragor de cremas hemorroidales, menstruación, flema, suspensiones orales y encías sangrantes.
Los protagonistas de Valientes no se separaron, sino que se han multiplicado en un mensaje subliminal que ameniza la tanda. Si mirás con detenimiento vas a ver que los apuestos galanes de aquella tira de Polka del 2009 (iba por El Trece), Luciano Castro, Mariano Martínez y Gonzalo Heredia, tienen sus protagónicos en distintos avisos -breves, es verdad-, pero protagónicos al fin.
Debería leerse como una tarea de voluntarismo realizada por un medio, la publicidad, que parece salir al rescate de un género casi extinto en la TV. Se habrán cruzado, ahora mismo, con el aviso de Tarjeta Naranja y seguro sintieron ese pico de nostalgia impensado que nos lleva a entender que, después de todo, la publicidad es un oasis.
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Los galanes de telenovelas ahora hacen publicidades
El paso de los años y la ausencia de tiras
La ausencia en ámbitos conocidos, eso sí, provoca equívocos y en un abrir y cerrar de ojos podemos confundir a Mariano Martínez con Raúl Taibo. El comercial de Naranja X superpone talento con crisis laboral. De golpe aparece otro galancito interpretando la humectación para un día pleno. Nótese que antes de que Gonzalo Heredia decidiera poner la piel en manos de un cicatrizante, Marcela Kloosterboer -otra ex Valientes– fue quien garantizó las cualidades balsámicas de Adermicina.
La publicidad, que antes interrumpía los programas de televisión, hoy parece tener el patrimonio simbólico del maquillaje y la ficción. Olvidado en ese dudoso terreno de reconocimiento hay otro nombre clave, acaso el más viril de todos: Luciano Castro. El musculoso actor va dejando atrás su impronta de mecánico hot para desnudar la verdad de un ego alergizado por los ácaros en la campaña de Alernix.
Los galanes de billetera (virtual) mata galán están siendo tema de conversación. Osvaldo Laport, el citado Martínez y Tacho Riera. Se discute si hay reminiscencias del Martínez de Esperanza mía. Se debate si el maduro Laport envejece mejor que Sylvester Stallone. Si Riera es nuestro Tom Hardy.
¿Cómo describirlo? Los galanes de ayer nomás incrustados en la tanda transmiten el encanto de los niños y los perros de las películas. Parecen dócilmente entregados a la cultura del consumo. Nos invitan, en el caso de la tarjeta virtual, a gastar hasta lo que tenemos, pero atraviesan la pantalla sumisos, conscientes de su insignificancia. Además, esa belleza actual, relativamente inofensiva y atenuada por los años, los hace vulnerables, paródicos y consecuentes con la idea de una segunda oportunidad.
Hemos tenido acceso a la publicidad extendida de la tarjeta anaranjada. Dura dos minutos. Casi una serie para los tiempos televisivos. Mariano Martínez llora delante de la psicóloga y en un segundo modifica su mueca lacrimógena con pragmatismo peronista. Te reís. En un instante dejás de lado todos sus defectos y todos tus prejuicios.
Seamos conscientes: la tanda nacional tiene apellidos de una historia tan reciente que hasta costaría llamarla historia.
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Con poca ficción en el aire, los actores recurren a los avisos publicitarios.
Y sí, Tacho Riera, el de Casi Ángeles. Lejos de sus rizos de lagunero azul, el flamante cuarentón despunta el vicio en un aviso top sin descuidar sus otros ingresos. «Me pasó que subía stories en Instagram mostrando otras cosas y me halagaban los pies, que estaban de fondo. Dije: ‘Acá hay algo…’ Armé un perfil y empecé a subir fotos a ver si funcionaba. Es una plataforma que subís sólo fotos o videos de pies, y la gente paga por eso”. ¿Será un sexto sentido o un sexto dedo?