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Un Waterloo para el mileísmo, Macri alimenta el poliamor y el peronismo se atrinchera en el Senado

La desconfianza, el peor enemigo del Gobierno

La molicie del receso invernal es la mejor ayuda para el Gobierno, que teme que las reuniones de la oposición refuercen su voluntad de resistir los vetos del Presidente. La debilidad de unos y otros los obliga a desplegar estrategias dirigidas a impedir los movimientos de quienes tienen enfrente, en lugar de construir gestión. El Gobierno paga lo que no tiene con tal de frenar los vetos o que no le voten otras leyes tóxicas para su agenda.

En su mejor momento en el Congreso, que no es éste, ha logrado leyes por muy escasos márgenes de votos. Pan de hoy, hambre para mañana. Estas aprobaciones por estrechísimas diferencias pueden ser la oportunidad para alardear de una fuerza que no se tiene, cuando en realidad generan situaciones de extrema fragilidad. Proyectan la debilidad de los gobiernos a sus realizaciones y no disipan el riesgo político que amenaza a toda administración.

En la Argentina de hoy el riesgo es que el oficialismo pierda las elecciones legislativas. Si las elecciones fueran hoy, un 29% votaría a la oposición y un 28% al oficialismo. El 19% no sabe a quién votaría, según la encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública de la Universidad de San Andrés (julio 2025). Por esa razón, a esta altura de su mandato el riesgo país de Milei está en los 770 puntos mientras que ese indicador, a la misma altura del gobierno de Macri, estaba por debajo de los 400 puntos. Riesgo país equivale a desconfianza, de los mercados y del soberano.

El PRO va hacia la división

El Gobierno se ocupa de debates como el de Pajas Blancas (nunca mejor elegida la sede para esa práctica) en lugar de construir la confianza. En política esto significa que extiende los consensos hacia las fuerzas afines que le mantienen la respiración asistida. El debate de los vetos ha adelantado la posibilidad de que el PRO, la fuerza que proveyó al oficialismo de funcionarios y proyectos, avance hacia una división. Se verá de manera informal en el tratamiento de los proyectos que están sobre la mesa y se formalizará seguramente después de las elecciones. El Gobierno festejará que se queda con una porción del PRO, explicable después de la defección de la fórmula presidencial de Cambiemos, que se subió, con prisa digna de mejor causa, al gabinete. Pero deberá remediar el daño del alejamiento de quienes se irán a alimentar la oposición de cara al 2027. También deberá emparchar esa inconsistencia que nace del virtual copamiento de posiciones en el oficialismo por parte del PRO. Es tan tenue la existencia del partido oficial, que es una invitación al transfuguismo.

La ambigüedad del propio Macri alimenta el poliamor. Hace equilibrio entre el apoyo a los vetos y su adhesión tácita a los proyectos de los gobernadores. Lo malquieren en el oficialismo los menemistas que urden la agenda política -los primos Menem y otros acólitos que han regresado del ostracismo y la vergüenza del riojano condenado, después de permanecer en el formol del Congreso. Buscan vengarse del duhaldo-kirchnerismo que los metió en el féretro de donde los sacó Milei-. La gravitación de estos resabios del veteromenemismo habla de la pequeñez del proyecto mileísta, que se alimenta del cartoneo político. “Todo Reciclaje”, debería ser la marca.

El peronismo pelea por retener el tercio

También debilitado, más que nunca en su historia, el peronismo dispara la dialéctica negativa. Su objetivo principal es retener un tercio de los senadores nacionales para poder frenar el avance de proyectos del oficialismo que requieren mayoría especial. Cualquier intento de reformar la Corte, poner nuevo procurador o defensor de la Nación o vetar leyes, o incluso una quimérica reforma de la Constitución, dependería del voto del peronismo si logra retener el número de 24 y frustrar así los 2/3 del oficialismo. Este además se resiente mucho por la pelea de los Milei con la vicepresidente Villarruel.

En diciembre, por otra parte, termina el mandato de Juan Carlos Romero. Fue quien construyó en 2023 el entendimiento de «Los 38» que desplazó al peronismo de la conducción del Senado. El salteño no ha logrado aún consolidar su proyecto para reelegir como senador, y eso ya lo sufre el Gobierno. Durante este mes de julio Romero pidió licencia sin goce de sueldo y no participó de ninguna sesión. La última del pleno fue un Waterloo para el mileísmo. La oposición lo revolcó en varias votaciones, convirtió en ley los aumentos para jubilados, moratoria, discapacidad y ayuda a Bahía Blanca inundada. También aprobó la coparticipación de los ATN y el impuesto a los Combustibles pedidos por los gobernadores. Si Romero hubiera estado presente, otra hubiese sido la suerte del oficialismo.

La batalla final por el Senado

La cúpula del peronismo nacional analiza en estas horas, en línea directa con Cristina de Kirchner, el escenario en los ocho distritos que eligen senadores. La expresidenta entiende que su suerte judicial no hubiera colapsado con un peronismo triunfador en 2023 y si hubiera retenido la primera minoría en el Senado, que es la cámara que controla la justicia. Esa suerte puede cambiar sólo si el peronismo retiene el tercio de bancas, renueva el poder en Buenos Aires y recupera el poder nacional en 2027. Por eso se avino al acuerdo con Axel Kicillof y se ocupa ahora de construir candidaturas ganadoras, en lo posible, para retener la mayor cantidad de las 15 bancas de senadores que entrega el peronismo en las elecciones de octubre. Esos distritos le permitirían retener entre 8 y 10 senadores para bloquear el tercio.

1. Tierra del Fuego. El peronismo confía en quedarse con las dos bancas por la mayoría.

2. Santiago del Estero. El zamorismo, que juega con el peronismo, pero se entiende bien con Olivos, llevará el nombre del actual gobernador Gerardo Zamora, que no tiene reelección, para encabezar una fórmula para ganar 2 bancas. La minoría se la deja al menemista y hoy mileísta Tomy Figueroa, exsecretario parlamentario de Villarruel en el Senado y frustrado gerente de la primera versión de la llamada ley de Bases, pero que también juega para Zamora. Es hijo del hermano mayor de «Pepe» Figueroa, exdiputado peronista.

3. Salta. Las tres senadurías se las disputan el gobernador Gustavo Sáenz y Alfredo Olmedo de La Libertad Avanza. El candidato peronista es el «Oso» Sergio Leavy. La provincia tiene a Juan Carlos Romero y a Juan Manuel Urtubey en disponibilidad, pero Sáenz teme ser desplazado por alguno de ellos en la gobernación si les deja una mínima chance.

4. Entre Ríos. El peronismo confía en ganar la minoría, que le aporta un senador.

5. Río Negro. Martín Soria irá por la banca por la minoría.

6. Neuquén. Las tres bancas se las reparten entre La Libertad Avanza y el post-emepeneísmo de Rolo Figueroa.

7. Chaco: Jorge Capitanich irá por la mayoría contra la UCR+LLA.

8. CABA. El peronismo confía en quedarse con la minoría, con Mariano Recalde de candidato.

La tablita fatal: salario mata votos

Las herramientas electorales del espacio peronista intentan cumplir con el dictamen de Cristina de que deben ser candidatos quienes estén mejor en las encuestas. Las herramientas del Gobierno tampoco cambian, sean las de los cuadrados del triángulo de material maleable, o, antes, del trío «ojazos” que le controlaba la realidad a Macri presidente desde la oficina de Marcos Peña (lo integraban el jefe de los ministros y los vices Gustavo Lopetegui y Mario Quintana). Peña juraba sobre la infalibilidad de un índice que consideraba decisivo para la suerte electoral de un gobierno. La prensa lo llamó «la tablita de Marcos» para designar el registro que llevaba encima, actualizado, que medía el poder adquisitivo del salario real con las marcas de prestigio del gobierno.

Según ese indicador, que como otros funciona como hipótesis, cuando el salario real baja, se despeña el apoyo al gobierno. Cuando se recupera, mejoran las marcas de adhesión. Esta semana la consultora Equilibra de los economistas Martín Rapetti y Diego Bossio (ex diputado y ex Anses, hoy cercano a Juan Schiaretti), señala que «los indicadores de salario formal arrojan señales de caída desde comienzos de 2025: dicho indicador arroja una caída de 4,1% desde febrero de este año y quedó 7,5% abajo del primer semestre de 2023 (1S-23), ya que desde febrero los privados formales cayeron 5,3% (quedaron 2,2% abajo del 1S-23) y los públicos mejoraron 0,9% (sufren una pérdida de 17,6% en su poder de compra frente al 1S-23).»

La sociedad desinformada

Estas fantasías interpretativas tienen que ser puestas a prueba frente a la realidad. Este gobierno parece ensayar el mismo método que hizo tropezar a la administración de Macri y confía en que hay una realidad operativa que nadie ve salvo los gurúes del oficialismo. Los estrategos del macrismo de 2015-2017 decían que el mundo había cambiado, que estábamos ante un cambio de época y que solo sus bastoneros tenían acceso a la real realidad. Hoy los asesores del Gobierno cultivan la ficción de que ellos solos saben lo que ocurre, que nadie la ve, salvo sus arúspices y los voceros del prime time de la TV alcahueta. Sirve para montar campañas al amparo del principal drama de la vida pública que es la desinformación.

Hay una crisis del relato fruto de la sustitución de las plataformas tradicionales por una narrativa audiovisual, que reemplaza a periodistas por locutores, animadores, infotainers y lectores de noticias que repiten información que no han producido. El periodista trabaja con la información que él mismo produce y es inmune a los problemas que afectan a los medios audiovisuales y a los newsreaders, como las noticias falsas. Nunca un periodista es víctima de la «fake news» porque es quien construye la información. La sociedad desinformada toma como cierto lo que repiten los animadores y no tiene otras vías para conocer la realidad política. Si hay una reforma pendiente es la de volver a construir una sociedad informada.

La falacia de las redes

En 2019 por los cuarteles de Peña insistían en que iban ganando las elecciones. Cuando ocurrieron las PASO de aquel año se dieron cuenta de que era una fantasía de autoengaño. Lo ha contado el propio Macri en sus escritos autobiográficos. Cuando llega la hora del voto, la realidad es otra. Por eso Manuel Adorni, que es más Milei que el propio Milei, el 18 de mayo sacó apenas el 15% de los votos del total del padrón de CABA, que es el distrito de los Milei. La campaña que llevan adelante para las elecciones de octubre sostiene que tienen una marca ganadora en todos los distritos con cualquier candidato que respalden. Nadie puede probarlo y no hay antecedentes salvo los resultados de 2023.

Completa esa fantasía la creencia de que el mundo está en las redes y que dominar la conversación es la clave del éxito. ¿Alguien ha visto alguna vez en las redes, o en la prensa tonta que hace historias basadas en tuits, a quienes gobiernan la provincia de Buenos Aires? ¿Alguien vio a Mayra Mendoza, Jorge Ferraresi, Fernando Espinosa, Juan José Mussi, a los Granados, a Gabriel Katopodis, perdiendo tiempo en las redes, ¿enredándose con los locutores del prime time o dialogando con imitadores y otros caricatos? Ni se les conoce la voz, pero son los que gobiernan Buenos Aires. A los que se animaron a sacar la cabeza en esa conversación – los Kirchner, o los Massa-Galmarini – las urnas los mandaron a la casa. Y a algun@ con tobillera.

Abstinencia no es mutilación

Tampoco los argumentos del Gobierno son contundentes para justificar los vetos, que se apoyan más en la descalificación ideológica que en razones contables. A cada reproche sobre el costo fiscal de las medidas, la oposición contra argumenta con datos que minimizan el precio y enumeran las cajas a las que podría acudir el Gobierno para pagar esas facturas. Las razones son claras: el Gobierno podría, según los opositores del ala moderada -bancar aumentos a jubilaciones y moratorias, discapacidades y asistencia a inundados- aplicando los superpoderes que tiene por las leyes de emergencia.

Victoria Villarruel, a quien el propio Milei puso como su vicepresidenta y que debe saber de esto más que el común de los mortales ha señalado los fondos SIDE y los viajes como una fuente de recursos. Lo que no puede bancarse el Gobierno es el reproche de los ayatolas del modelo que no soportan que un gobierno conservador ceda ante la política. Los teólogos del mercado son más inflexibles que los organismos internacionales (cuyo negocio es traficar y medrar con pecadores fiscales y defaulteadores seriales) y confunden abstinencia con mutilación. El FMI ha dicho que hay 157 países, de los 181 que audita, que tienen déficit fiscal y que la deuda pública global equivale al 238% del PBI mundial. A la Argentina le piden déficit cero. Profesan la idea de la Argentina incorregible. ¿Quién en política es corregible?

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