Este sábado, nuestro presidente recibió en la casa de gobierno al primer ministro de la India, Narendra Modi.
Futuros negocios
La bandera de la India flamea esta tarde frente a la Casa Rosada. Javier Milei recibe al primer ministro Narendra Modi en un escenario cuidadosamente montado para transmitir optimismo y modernidad, mientras puertas adentro, la economía cruje. En los pasillos oficiales se repite una palabra: “oportunidad”. Pero la oportunidad, una vez más, parece ajena al pueblo trabajador y demasiado cercana al capital concentrado.
Modi llega rodeado de empresarios y funcionarios con la mira puesta en el litio, la energía nuclear, los alimentos, la agroindustria y las potenciales ventajas de la tierra argentina. Y Milei se esfuerza en posar de anfitrión servicial, decidido a entregar las mejores condiciones para atraer inversiones. El presidente repite ante la prensa que la relación con India es “estratégica” y que la Argentina se dispone a “profundizar el comercio y los proyectos de cooperación”.
Mientras tanto, puertas afuera, la crisis es palpable.El poder de compra cae, y miles de familias apenas pueden pagar la boleta de gas en el invierno más frío de la década. Pero allí, entre recepciones protocolares y frases grandilocuentes, nadie menciona el ajuste ni la recesión. Todo se resume en el guión de la “confianza” y el “intercambio”, como si el país no estuviera de rodillas.
Modi escucha atento y asiente cuando Milei le enumera el catálogo de oportunidades. Recursos naturales baratos, mano de obra precarizada, retenciones “competitivas”, y sobre todo un Estado dispuesto a retirarse para dejar hacer al gran capital. No es un proyecto de desarrollo, sino un nuevo capítulo de la misma película: abrir la puerta para exportar recursos sin agregar valor, sin condiciones, sin regulaciones, sin defender la industria nacional.
En los corrillos diplomáticos se habla de que India quiere asegurar la provisión de aceites vegetales —hoy un 95% de nuestras exportaciones hacia allí— y expandirse hacia el litio y las energías renovables. Argentina, en tanto, se muestra ansiosa por conseguir dólares frescos para tapar el agujero externo, y con ello legitima, una vez más, un modelo de dependencia que solo enriquece a unos pocos.
El gobierno libertario que venía de abandonar la proyección con los BRICS, abrazar la alianza con EE.UU. e Israel, ahora busca reforzar la apertura a India bajo términos de subordinación. Sin cláusulas que garanticen valor agregado nacional, ni empleo digno, ni protección ambiental. En palabras sencillas: nada más que otro negocio para los gigantes del agronegocio, la megaminería y las corporaciones energéticas. En esta Argentina, donde la palabra “apertura” suena cada vez más a entrega.