Se acerca un nuevo 3J y con él, las asambleas organizativas y los debates. En estas fechas discutimos con otras corrientes políticas y del feminismo, porque existen diferencias, algunas más coyunturales o tácticas, pero algunos debates, son fruto de diferencias profundas, sobre todo con respecto a cuál es el objetivo final de la lucha.
Y en esto, el debate sobre la estrategia es fundamental. Porque permite encauzar y entender, por ejemplo, por qué hay momentos de alza y otros de baja de la lucha, qué elementos se ponen en juego para componer una tendencia determinada en la lucha de clases en un momento político y económico específico. Pero además es clave para saber como construir consenso y unidad, y como es necesario enfrentar a la ultraderecha. Las diferencias dentro del movimiento feminista no son incompatibles en la lucha, pero que feminismo hace falte frente al ascenso de la ultraderecha, para combatir el patriarcado y contra el sistema, es clave. A 10 años del primer 3J, hito del inicio de la cuarta ola, muchos debates y planteos son necesarios para la batalla cultural necesaria.
Diferencias con el reformismo
Una de estas corrientes con la cual debatimos y solemos compartir espacios en las calles es el feminismo liberal – reformista. Esta rama busca generar cambios parciales dentro de este sistema capitalista y patriarcal, es decir: conquistar leyes y ganar derechos para de esa forma disminuir las desigualdades entre hombres y mujeres, tales como el acceso a la educación, a igual salario por igual trabajo o perspectiva de género de la justicia. Estas luchas son importantes porque en ellas se puede avanzar en la consciencia y en la organización, por ello, nosotras como feministas socialistas y anticapitalistas, compartimos estas consignas, peleamos por estas cuestiones, pero no creemos que con eso alcance.
Este feminismo reformista, si bien reconoce la doble opresión de la mujer, no levanta la consigna del anticapitalismo, sus corrientes políticas trabajan para ganar programas o leyes que reparen, de alguna manera, tantos años de opresión. El problema con esto es que, incluso aunque las mujeres lleguen a los lugares de poder o representación, no implica una garantía para que esas conquistas se concreten en la realidad. Por ejemplo, la creación del Ministerio de Géneros y Diversidad fue un logro de la marea verde en su conjunto, pero la contradicción se deja ver en que siempre funcionó con un presupuesto sub-ejecutado, terminó siendo insuficiente y no solucionó problemas de fondo. Si bien testimonialmente sonaba muy progresivo contar con esa herramienta, un ministerio dentro del estado burgués y sin participación real de las organizaciones no puede ser la solución a nuestros problemas, sencillamente porque las bases de la desigualdad económica y material se continuarán reproduciendo dentro del capitalismo y sus instituciones.
Luego de haber conquistado el derecho al aborto legal seguro y gratuito se pudo ver y sentir la baja de una oleada que vino a cuestionarlo todo, si bien a toda ola feminista, surge una reacción, hay una gran responsabilidad, que recae en esas direcciones, que bajo el gobierno de Alberto Fernández dijeron que ya estaba, que a la lucha la habíamos ganado y que no era necesario continuar en las calles. Sin embargo, lo que se podía palpar luego de la aprobación de la ley de aborto es que había muchas ganas de seguir peleando, por ejemplo, por la separación de la iglesia y del estado, un debate que cuestiona de fondo a estas instituciones, se pregunta por su carácter, su función, historiza (sobre todo de la iglesia) su rol reaccionario, como inherente a dicha institución. Debido al chaleco de estas direcciones reformistas a la lucha, no se desarrolló la movilización como podría haberlo hecho en un contexto de alza del feminismo, que había experimentado de forma práctica que luchar, efectivamente sirve. Y aun hoy son las mismas direcciones que dicen enfrentar a Milei, pero en muchos lugares se niegan a salir, unir luchas y desarrollar un plan de lucha real para frenarlo en las calles.
Otros feminismos con los que tenemos debates
También otras corrientes intervienen en los debates, como el feminismo identitario. Esta corriente hace foco en cómo la identidad (género, etnia, orientación sexual, identidad sexual, etc) influye de manera crucial en los diferentes tipos de opresión. Así, una mujer indígena y lesbiana es mucho más oprimida que una mujer blanca heterosexual. Porque rompe de manera significativa con el estereotipo de mujer que necesita reproducir el sistema en el que vivimos.
Esta rama del feminismo es muy crítica del feminismo liberal ya que considera que solamente se hace foco en las opresiones de las mujeres blancas, de clase media, dejando de lado otras identidades e invisibilizando a la vez, su lucha.
Nosotras, como feministas socialistas, coincidimos en que no todas las opresiones se experimentan de la misma forma. Pero no por eso creemos que la lucha tenga que darse por separado, ya que entendemos que la base de toda opresión parte estructuralmente de una diferencia: la de clase.
Así mismo compartimos espacio con el feminismo radical, que niega a otras identidades, y excluye de los debates culturales a los varones, este formato del feminismo termina por aislar la lucha de las mujeres, no unirlas a la de la clase, provocar que esa pelea no se comprenda como la lucha de una sociedad igualitaria, sino que se tome como una pelea por imponer un genero sobre otro en un esquema invertido.
Entendemos que estos feminismos, parte del movimiento feminista de algún modo comprenden parcialmente las necesidades de las mujeres y disidencias, pero fundamentalmente porque el enemigo común queda al costado por enfrentamientos parciales. Para atacar al patriarcado, es necesario terminar con el capitalismo, quienes no luchen por esta causa de fondo, aun con matices, terminan a mitad de camino-
¿Cuál es la propuesta del feminismo socialista y anticapitalista?
El feminismo socialista es una corriente que nació a fines del siglo XIX, Alexandra Kollontai fue una pionera en teorizar y articular la lucha feminista y la marxista, con fuertes críticas hacia la socialdemocracia y al feminismo liberal. Kollontai escribió en 1907 “Los fundamentos sociales de la cuestión femenina” (1), donde analiza la opresión de la mujer desde la perspectiva del materialismo histórico, argumentando que la subordinación femenina no es producto de las diferencias biológicas, sino de las estructuras sociales y económicas del capitalismo. Explica que: “El objetivo final de la mujer proletaria no le impide, por supuesto, desear mejorar su situación incluso dentro del sistema burgués actual, pero la realización de esos deseos se ve constantemente obstaculizada por barreras derivadas de la propia naturaleza del capitalismo. Una mujer solo puede poseer derechos iguales y ser verdaderamente libre en un mundo de trabajo socializado, de armonía y justicia.”
La lucha por la emancipación está directamente relacionada con la tarea de eliminar la estructura del sometimiento, ya que la doble opresión que sufren las mujeres es intrínseca a este sistema.
Pueden lograrse leyes más o menos progresivas, sin embargo, cuestiones como la forma de socialización, las tareas de cuidado, el trabajo doméstico y la violencia seguirán existiendo si no se modifican las bases del sistema social y económico. Esto se debe a que el capitalismo se sostiene a través del patriarcado, al no remunerar por ejemplo las tareas domésticas, lo cual permite que la institución familiar siga funcionando como pilar del modelo productivo actual. De esta manera, se mantiene un statu quo que impone cómo debemos vivir y relacionarnos.
Es decir, todas las instituciones de la burguesía están al servicio de continuar reproduciendo ésta lógica de desigualdad, por eso el reformismo siempre será insuficiente en la lucha por la igualdad real, porque su objetivo no es derrotar al capitalismo, y justamente por eso es que no quieren dar la pelea a fondo, porque si la movilización crece y se comienzan a sacar conclusiones, seríamos imparables, como lo fueron las soviéticas revolucionarias de la rusia de principios del siglo XX.
También es necesario aclarar que muchas organizaciones de izquierda, que se declaran anti capitalistas, tampoco ven las causas feministas como parte integral de las luchas a dar. En muchos casos son secundarias.
En este siglo XXI los debates se ponen a la orden del día con la ultraderecha gobernando en el mundo, y como vivimos en un mundo polarizado, a la par el feminismo da respuesta en las calles.
En Argentina logramos importantes avances y cuestionamientos de lo instituido que tuvieron impacto internacional. Desde el 3 de junio de 2015 se puso en agenda el problema de la violencia de género, se dejó de invisibilizar ese mal social y se empezaron a abrir interrogantes acerca de toda su génesis material e ideológica.
Queremos profundizar este camino, con movilizaciones y unificación de las luchas en curso para seguir dando una pelea que, además, es una necesidad: somos las trabajadoras las que movemos el mundo y solo podremos habitar (y no sobrevivir) un mundo de amigable cuando nos liberemos del yugo del capitalismo y el patriarcado.
Valentina Cloz Calderara
Violeta González
1.https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1907/001.htm